Buscamos la belleza. La belleza útil. No hay sentido en el trabajo si no se consagra a algo más que la eficiencia. Diseñamos, proyectamos, componemos y narramos buscando deleites intelectuales, caricias a la razón. Todos nuestros haceres confluyen en esa causa. Anhelamos la narración que es música y la música que es arquitectura. Y que todo ello sea diseño. En una fotografía, un icono, un acorde o un sabor. Encontramos el mismo deleite en el ritmo de una retícula que en el del oleaje que bate nuestras costas.
Perseguimos la prosperidad para nuestros clientes. El trabajo bien hecho, el esfuerzo y la honestidad en la forma y en el resultado. Satisfacción antes que lucro. El éxito de nuestros clientes siempre es el nuestro. Su reputación la nuestra. Nada de esto nos es ajeno.
La matemática, la lógica y el número son nuestras herramientas de trabajo. El propósito claro y los sistemas para resolver los retos de la función. El cálculo y la escuadra, medir y optimizarguían nuestro cincel. Nos declaramos hijos de la razón y la modernidad.
Nuestro trabajo se apoya en dos mil años de obras e ideas. Nos inspiran las armonías de Teón de Esmirna y el Timeo de Platón. Nos eleva la Claritas Pulchri de Tomás de Aquino, la Debita Proportio de Agustín de Hipona o las formas de Paccioli. El aticismo de MFK Fisher y la meticulosidad de Escoffier. Nos mueven a trabajar las formulaciones de Corbusier, Gropius o los maestros de Ulm. La búsqueda de la geometría de Cartier-Bresson y de la armonía de Gertrud Grunow. Reivindicamos ese pasado y sentimos la responsabilidad de proyectarlo hacia el futuro.
Nuestra bandera ondea al viento del norte que atraviesa la montaña con sus ideas. Que agita lo que somos: campo, viña, comida música y mar. Esa corriente se vuelve nuestra, nos cambia y nos mejora. Por eso nos llamamos como ella.