Eventos honestos, ponentes contentos

En 2014 la organización de UXFighters - Experience Fighters me ofreció dar una charla en su evento. Iba a ser un evento de pago, tanto la asistencia como el streaming se pagaban. Pero los ponentes no iban a cobrar nada. Ni-un-duro. 

Expliqué que no podía aceptar partcipar en un evento con ánimo de lucro que no pagaba el esfuerzo de quienes aportaban el contenido, que eso era precisamente una de las lacras de nuestra profesión (las propuestas no pagadas, el trabajo especulativo, etc.) y que un evento que quería abanderar la profesión no podía caer precisamente en eso. Me explicaron que es que perdían dinero si pagaban a los ponentes. Contesté que si pagaban el local y el cátering y el servicio de video, por qué dejaban a los ponentes sin cobrar. Me contestaron que muchos ganan en prestigio. Contesté que si ellos vienen a mi y no yo a ellos, será que parte del prestigio también lo obtienen de los ponentes. Les propuse una solución sencilla:

Pagadme algo simbólico: os cobro a 80€/hora y van a ser 45 minutos de charla. Dadme la parte proporcional. Dadsela a todos los ponentes: 60€ por charla. No quiero cobrar el tiempo de preparación ni las molestias ni lucrarme siquiera. Tampoco os causo gastos de desplazamiento o alojamiento. Sólo quiero un precio simbólico, que tengáis el gesto.

Rechazaron.
Su respuesta fue “si te lo damos a ti tenemos que dárselo a todos. Yo rechacé su invitación.

El año siguiente me propusieron pagarme. Ciento y algo euros, o dos entradas. Una cantidad ridícula si piensa uno lo que se tarda en preparar una charla así (entre dos y tres días). Pero acepté porque había un pago y porque prometieron liberar todos los videos de las charlas para los que no podían asistir (ese año no iba a haber streaming). No cobré dinero porque una entrada se la di a mi pareja y la otra a un alumno. Pero tampoco he visto publicado el video de mi charla. Y hace ya medio año y tres tweets pidiéndoselo. Qué poco serio ha resultado el UXFighters. Espero no tener nada más que ver con ellos. 

Me gusta divulgar lo que sé y me gusta aprender de otros que lo hacen. Disfruto con el intercambio de ideas de los eventos y cuando esos eventos me dan la oportunidad de conocer en persona a gente que respeto o de dar con gente nueva que me sorprende. Voy encantado a muchos eventos y el 99% de las veces salgo sonriendo y muy bien tratado. En algunos cobro y en otros no. Baso mi decisión en estos principios:


1. No hago esto por dinero sino por placer intelectual
Mi motivador principal es compartir conocimiento. Se gana más dinero diseñando, creedme. Pero enseñar y compartir a menudo es más enriquecedor.


2. Me parece perfecto lucrarse con la formación
Creo en el ánimo de lucro, me parece bien que alguien gane dinero organizando un evento. Es un trabajo y tiene un precio. 


3. Si tú te lucras me tienes que pagar
Si hay ánimo de lucro en un evento en el que soy ponente, si se cobra la asistencia, espero que se pague mi aportación. Igual que se paga la de los técnicos de sonido, el local, los materiales, etc. Es una cuestión de respeto al conocimiento. Los ponentes son tu producto, elígelo bien, exígeles y corresponde a su esfuerzo.


4. Si no te lucras, yo tampoco quiero ganar
Si un evento no cobra y difunde me conformo con que cubran mis gastos, con no tener que poner dinero de viaje o alojamiento. El conocimiento y la preparación la doy con gusto y por respeto a la gente que hace un esfuerzo por estar allí. Y porque me lo paso bien.


5. Si cobras un precio simbólico, págame un precio simbólico
Si un evento cobra un precio simbólico me conformo con un pago simbólico (un regalo, una buena comida, etc.), siempre que se divulguen las charlas. A veces los organizadores trabajan por amor al diseño. Yo correspondo. Me conformo con que cubran gastos.


6. Los detalles importan
Gente que te regala un chorizo ibérico (ha pasado!), paga un pasaje para tu pareja o te lleva a cenar a un sitio especial. Organizadores que fomentan que los ponentes se conozcan entre si, que hacen esfuerzos por recogerte del aeropuerto con sus coches personales. Esas cosas denotan pasión por lo que hacemos y merecen respeto y apoyo.

Acabo de llegar de dar un taller y una charla en FEED2015, organizado por la Asociación de Diseñadores Gallegos (DAG). Me han pagado un precio más que justo, han cubierto mis gastos y me han dado de comer generosamente (son gallegos, qué esperabas). También he conocido a gente interesantísima que quiero volver a ver en el futuro. La DAG me han recordado lo que es hacer algo por amor a un a profesión, con ganas y cariño. El tipo de eventos al que uno no puede decir que no.