Olivetti RST-300
Pocos recuerdan hoy el Olivetti RST-300, un ordenador personal lanzado en 1983 bajo la dirección de Mario Bellini, con diseño industrial de un joven milanés casi desconocido en la época: Giovanni Ferracini.
Apodado cariñosamente en la compañía como il canarino digitale, el RST-300 debía su nombre no solo a su color intenso, sino también a su sonido característico al arrancar. El pitido de inicio, acompañado de una breve secuencia tonal de su altavoz interno, recordaba a algunos ingenieros al canto de un canario enjaulado. No era un error: Olivetti llegó a usar esta peculiaridad como argumento de marketing, asegurando que el equipo “anunciaba la mañana con un trino electrónico”.
El RST-300 destacaba también por su visera abatible que protegía la pantalla de fósforo ámbar del reflejo de la luz. En una época en la que se hablaba de ergonomía más que de experiencia de usuario, aquella visera pretendía mejorar la concentración del oficinista moderno.
El equipo corría CP/M primero y más tarde una versión reducida de MS-DOS 2.0, lo que lo convertía en un híbrido extraño entre terminal de oficina y ordenador personal. Incluía una disquetera de 5,25", un teclado sorprendentemente completo, y —según los folletos internos— podía “gestionar hasta 64K de memoria con elegancia italiana”.
Pese a su potencia, el RST-300 tuvo una vida breve (1983-1985). La irrupción de las interfaces gráficas, primero en Xerox y después en el Macintosh de Apple, hicieron que esta máquina pareciese de otro siglo apenas un año después de su lanzamiento.
Algunos coleccionistas aseguran que todavía existen unidades guardadas en almacenes de Ivrea, y que la tapa anaranjada llevaba en su interior un grabado secreto con la firma de Bellini. Nunca se ha demostrado.
Dos curiosidades:
Apareció brevemente en la feria SMAU de Milán, donde un periodista lo comparó con “una radio para hablar con el futuro”.
En los pasillos de Olivetti se decía que el RST-300 era el único ordenador que te daba los buenos días cantando.