Eudora y la propiedad privada del tiempo

Me ha costado mucho encontrarlo. Hasta llegué a dudar de si era una invención mía. Al principio de internet, cuando mandábamos un correo electrónico, le marcábamos una prioridad ¿Te acuerdas?

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Media hora me ha costado buscar la captura, pero he dado con ella. Igual que muchos, yo usaba Eudora Mail, uno de los primeros clientes de correo para Windows. Así marcábamos la prioridad de tu mensaje:

Y así veíamos la prioridad en los mensajes recibidos

Decidir qué prioridad tiene algo que comunicas a otra persona es un ejercicio de responsabilidad y respeto magnífico. Requiere hacerte varias preguntas importantes acerca de la urgencia, la relevancia (no son lo mismo) y te exige pensar en las circunstancias de la otra persona. 

Decir que el tiempo es el bien más preciado o que vivimos en la economía de la atención es revolcarse en el cliché como un gorrino en el barro. Pero... ¿A que se entiende por dónde voy? Primero quitamos las prioridades del email, después llegó la mensajería instantánea a los buscas, luego a los móviles y después al ordenador (¿te acuerdas del ICQ?). Lo siguiente fueron los canales instantáneos siempre abiertos, multidispositivo: Messenger, Whatsapp... Y lo más reciente, sus adaptaciones al trabajo, como Slack.

Pero no quiero que este post sea una rabieta contra la pérdida de concentración, sino una alabanza a los sistemas asíncronos, a aceptar que el otro decida cómo y cuándo atiende tu mensaje, a ritmos de comunicación diferentes, donde no todo debe responderse al instante, donde urgencia e importancia se desvinculan.

Gmail hace tiempo que nos ofrece clasificar la importancia de los mensajes de manera automática, pero no conozco a nadie que lo use. No queremos delegar en un algoritmo la decisión de qué importa o qué no, qué apetece o qué no. Por eso era tan hermosa esa funcionalidad de Eudora, porque se basa en el respeto y en la libertad de ambas partes para decidir sobre eso.

Echo de menos una cierta convención acerca de cómo o cuándo usar cada uno de los canales, un acuerdo no escrito y una cierta educación acerca de lo que es urgente, importante o trivial. El tiempo de otro es un trozo de su vida, una propiedad privada que no puede invadirse sin permiso ni invitación, igual que su casa o su cuerpo.

Me pregunto si esto es algo que deberíamos tener más en cuenta quienes creamos productos digitales. Y apuesto a que estará en la agenda y en el zeitgeist de dentro de unos años, igual que ahora lo está la sostenibilidad o la diversidad. 

¿Tú qué opinas?