Cuchillas honestas

Mi abuelo tenía un kit de afeitado sencillo y modesto, muy bonito. Además era compacto y muy práctico. Hace poco mi madre me lo regaló. Ahora es de las pocas cosas materiales que conservo de él, además de un buen puñado de genes. El kit es una cajita metálica con una maquinilla enroscable en tres piezas junto con algunas cuchillas sueltas de la marca “Celeste BETER”:

Aunque las cuchillas del estuche están sin usar y en perfecto estado, decidí comprar nuevas por reproducir la experiencia. Acostumbrado a la publicidad y el packaging exagerado del material de afeitado masculino, me llevé una sorpresa al ver cómo Gilette empaqueta y vende sus hojas de afeitar.

La caja, sin abrir, comprada hace dos semanas.

La caja, sin abrir, comprada hace dos semanas.

Sí, Gillette Platinum, nada más. Identidad corporativa reducida al mínimo, packaging sencillo y dentro hojas de afeitar. Punto.

¿Dónde estaban las alusiones a los coches deportivos, a la única Tecnología Sónica Inteligente  o a mujeres lubricando mientras se frotan contra tu cutis recién afeitado? ¿Dónde estaban los diseños futuristas de cinco materiales diferentes, docenas de texturas y aerodinámicas imposibles? ¿Dónde estaba el High Tech?

¡¿WTF?!

¡¿WTF?!


No alcanzo a entenderlo. No comprendo por qué Gillette ha sido honesto en su envase y su mensaje, por qué no ha jugado a las evocaciones, al diseño de representación que tanto criticaron los modernistas desde Loos a Aicher. Por qué no nos ha tratado de vender un estilo de vida en lugar de unas hojas de acero afiladas. Parece como si hubieran mantenido el mismo envase e identidad de hace medio siglo.

Existe en flickr una maravillosa colección de paquetes de cuchillas que merece la pena ver

Existe en flickr una maravillosa colección de paquetes de cuchillas que merece la pena ver

Lo primero que pensé fue que quizás su público objetivo —gente mayor que se afeita a la antigua— no se puede identificar con las ideas de juventud, tecnología y velocidad que se suelen usar para vender cuchillas hoy. Y que quizás por eso el packaging de hojas de afeitar no ha sucumbido a la absurda evolución de los últimos 30 años.

¿Qué ha pasado con los hombres de hoy que necesitamos juguetes y no herramientas para afeitarnos? (foto de Evolution in the Bathroom)

¿Qué ha pasado con los hombres de hoy que necesitamos juguetes y no herramientas para afeitarnos? (foto de Evolution in the Bathroom)

Pero eso no es así. No es que la tercera edad no sea susceptible de engaños evocativos. Ese segmento es, a menudo, el más bombardeado con mentiras y diseño cargado de falsas promesas.

Quizás ese diseño tan sencillo y directo sea porque hoy en día las hojas de afeitar tienen otros usos más diversos y distintos de los de mi abuelo, difíciles de targetear y por tanto no compensa adornar los mensajes. O quizás sea que en algún rincón de Gillette hay un departamento pequeñito, con poca visibilidad e ingresos moderados, de gente honesta que símplemente se preocupa por tener un producto decente y envasarlo convenientemente.

Más que mil imágenes

Además de cumplir bien su función, los objetos memorables, los que dejan huella, suelen apelar a todos los sentidos. Su tacto es especial, quizás su textura o su sedosidad. Son visualmente armónicos, a menudo simétricos y bien compuestos. Sus sonidos están cuidados y no molesta escucharlos: el shclap de un mechero Zippo o el flop de la puerta de un Mercedes cuando nos encerramos dentro. 

Si algo envidio de los diseñadores de productos tangibles es que pueden trabajar con todos los sentidos, mientras que nosotros, los diseñadores de interacción, nos tenemos que limitar a la vista, el oído y cierta evocación del tacto. Los dos más interesantes, olfato y gusto, se quedan en el estante de arriba, al que no alcanzamos ni de puntillas. Qué frustrante.

Hace tres semanas tuve la suerte de comer en L’Escaleta, al lado de la cocina, con el Chef Kiko Moya enseñándonos, explicándonos y dándonos a probar esto y lo otro. Nos hablaba del poder evocador de los sabores y con platos como su Espíritu de un Brioche nos catapultaba a la infancia a los cuatro comensales. 

Espíritu de un Brioche, la verdadera máquina del tiempo (fotografía de J. Terrés)

Espíritu de un Brioche, la verdadera máquina del tiempo (fotografía de J. Terrés)

Días después me pasó algo parecido, pero esta vez con los olores. Maddalen Marzol nos tuvo viajando por el mundo (no sólo por el tiempo) durante una hora y sin salir de la perfumería. Sastrerías de Saville Row, callejones de jazmines en el Albaicín,  los templos de Kyoto o la sombra de una higuera. Maia sabe infinito sobre lo que le gusta y a lo que se dedica: perfumes, perfumistas y esa potencia salvaje que tienen los aromas de evocarnos recuerdos.

La teletransportación es posible y se guarda en frascos pequeños.

La teletransportación es posible y se guarda en frascos pequeños.

Dice Daniel J. Levitin en The Organized Mind que nuestra ventaja evolutiva frente a otras especies no está en nuestra "memoria bruta" sino en nuestra capacidad de recuperar recuerdos y conectarlos. Levitin señala que hoy estamos expuestos a miles de veces más información que hace cien o mil años y sin embargo nuestro cerebro es esencialmente el mismo. Por eso, para ser capaces de adaptarnos a estas realidades, no es más retentiva lo que necesitamos sino mejores mecanismos de recuperación.

Las nuevas interfaces de búsqueda aún están por diseñar. Quién sabe, ojalá podamos buscar por olores o sabores para encontrar  y recuperar cosas como “películas que huelan a lluvia” o “infancia en casa de mis abuelos”. Cuando ese día llegue, los diseñadores tendremos que aprender de Kikos Moyas y Maddalens Marzols para poder hacer mejor nuestro trabajo. Porque está claro que si una imagen vale más que mil palabras, un sabor y un olor valen más que mil imágenes.

En la cocina como en el diseño

Ayer conseguí hacer un puré de patata sin hidratos de carbono. Bueno, ese era mi requerimiento: algo para acompañar las cinco patas de pulpo que estaba asando. Usé coliflor, un huevo y un poquito de aceite. Fue como hacer mahonesa pero añadiendo la coliflor cocida a la batidora y batiendo un poco más. Espesó mucho y lo rebajé con media taza de leche. El resultado fue ex-ce-len-te.

Así cocino yo, sin mucha escuela, de forma más o menos intuitiva. No uso ni sigo recetas, no hay método sino una serie de cosas que he ido aprendiendo por experiencia, por escuchárselas a alguien o por leerlas por ahí.

El huevo con trompetas de la muerte no es invento mío pero me encanta la mezcla de sabores; con parmesano laminado todavía mejor.

El huevo con trompetas de la muerte no es invento mío pero me encanta la mezcla de sabores; con parmesano laminado todavía mejor.

Una vez leí que si echas sal cuando algo está al fuego, por ósmosis ese algo libera su agua. Supuse que lo mismo pasa con la salsa de soja, aunque sea un líquido o que si quieres que el ajo quede crujiente al aceite o que la cebolla suelte su esencia antes, le echas algo de sal encima.

Udon, coliflor, cebolla, pescado, soja y caldo de bonito... texturas y sabores que te alegran el invierno.

Udon, coliflor, cebolla, pescado, soja y caldo de bonito... texturas y sabores que te alegran el invierno.

Ver que cada cosa tiene su textura y su cantidad de agua me hizo entender que cuando preparo un sofrito o una base no puedo echarlo todo de una vez, que hay que saber los tiempos de cada cosa para sincronizarlo todo. Uno no echa el ajo al fuego al mismo tiempo que la cebolla, o las berenjenas, o el tomate si haces un pisto. Todo tiene su orden, pero si quieres que las berenjenas se hagan antes, puedes añadir sal. O soja.

En este caso mezcle sabores fuertes (foie, solomillo y espárragos) pero texturas muy diferentes.

En este caso mezcle sabores fuertes (foie, solomillo y espárragos) pero texturas muy diferentes.

También me di cuenta de que los sabores fuertes piden bases suaves, como la ternera con patatas o el curry con arroz blanco. Y que lo mismo pasa con las texturas: necesitan ritmo, de modo que si te sale un plato muy blando, siempre puedes añadir algo de almendra picada o cualquier cosa que cruja un poco (brócoli, cacahuetes…) para hacerlo más entretenido.

 

Por eso nivelé los sabores con un tomate feo (se llaman así, en serio) y un yogur casero.

Por eso nivelé los sabores con un tomate feo (se llaman así, en serio) y un yogur casero.

Así he aprendido y así voy haciendo cosas más o menos ricas, sin recetas. No hablo de cocina molecular, hablo de desenvolverme decentemente, comer de calidad y no aburrirme. Tengo claras media docena de ideas y puedo imaginar en mi cabeza qué pasará cuando mezclo esto y lo otro.

La cosa funciona más o menos así: simulo sabores juntos, elijo dos o tres. Luego imagino en mi cabeza cómo todo se irá haciendo, lo que me llevará cada cosa y hasta las ollas y sartenes que necesitaré. Voy haciendo y a menudo añado variaciones sutiles que no me desvíen mucho de la idea inicial. Cuando estoy terminando suelo pensar también en darle algo de color al plato: quizás dos o tres espárragos o un poco de pimiento rojo. Estoy seguro de que a mucha gente le funciona igual.

Hoy me daba cuenta de lo parecido que es eso a cómo diseño: en mi cabeza viven dos o tres docenas de principios de diseño, cosas universales que son así siempre, como el principio de unicidad, o los ritmos compositivos o cómo y cuándo dar feedback al usuario…

Suelo tener claro el objetivo principal de lo que voy a diseñar pero antes tengo que simular qué pasará si lo hacemos así o qué provocaremos si lo modelamos de esta otra forma. Imagino sobre el papel y visualizo también el coste de producirlo, los problemas que tendremos o los ingredientes que nos faltarán y cómo los supliremos ¿Podremos hacer ese video? ¿Lo sustituimos por unas ilustraciones? Cerca del final, toca pulir aquí y allá, darle un toque de vida mediante buenos textos o algún guiño en algún lugar y listos. No siempre sale exactamente lo que planificamos, pero suele estar bastante rico.

Se puede seguir una metodología cerrada, con pasos y tareas, igual que cuando cocinamos con recetas seguidas a rajatabla, o diseñar mediante principios universales, entendiendo cómo se relacionan entre ellos. La segunda es para mí la manera más interesante, la que te da sorpresas deliciosas y mayores placeres, tanto en el proceso como en el resultado final.

El pulpo con puré de patatas falso muy rico.

El pulpo con puré de patatas falso muy rico.


Por qué no hago propuestas gráficas en concursos

Hoy me han ofrecido participar en una propuesta para un cliente importante junto con otra empresa. Me proponían presentar tres pantallas diseñadas en un plazo de 3 días. Es algo relativamente habitual en el sector. En el mundo anglo hasta tiene un nombre: free pitchingspec work (de trabajo especulativo), y no hay mes que no me hagan un ofrecimiento parecido. He declinado, como siempre, tratando de explicar mis razones.

Estos son los motivos por los que no participo en concursos con propuestas:

1

Prefiero no trabajar para alguien que juzga un producto interactivo por su aspecto visual. No sólo es algo equivocado, incompleto, sino que habla mal del cliente. ¿Querría casarme con alguien que no ha hablado conmigo y sólo me ha visto en una foto? Decididamente no. ¿Por qué iba a querer comprometer mi trabajo de meses con alguien que me juzga por lo meramente visual de dos pantallas compuestas en tres días?

2

Porque lo visual es la forma y la forma es consecuencia de la función. Empezar por la forma, entregar la forma, habla mal de mi trabajo. Esas tres pantallas son el final del trabajo, no el principio. 

3

Porque si quiero demostrar capacidad gráfica, tengo un portfolio amplio que pueden consultar en cualquier momento.

4

Porque quiero cobrar por mi trabajo. Si tengo que pensar varios días para entender bien la necesidad de un cliente y cómo articularla en una app, espero que él reconozca mi trabajo y por lo tanto lo pague. 

5

Porque cuando trabajo para un cliente lo hago en una relación de persona a persona, donde cada parte es plenamente dueña de sus decisiones, donde se me evalúa por mi capacidad, mi responsabilidad y la afinidad que tengamos en el modo de entender el trabajo. No trabajo para corporaciones sin cara ni en formatos en los que el que vende se pone por debajo del que compra. 


Los mejores clientes que he tenido, que tengo, se han tomado mucho tiempo en conocerme y en que les conociera. Han estudiado mi trabajo porque ellos se jugaban el suyo contratándome. Han valorado si soy serio, responsable o trabajador, si soy inteligente, más racional o más emocional. Han preguntado por mí a otras personas.

Una relación de trabajo en diseño (igual que en muchos otros ámbitos) no tiene sentido si no se articula de igual a igual, desde el respeto más profundo entre ambas partes: tú me entregas tu necesidad con la confianza de que le daré solución de la mejor forma posible, yo te entrego mi diseño con la confianza de que respetarás tanto el esfuerzo como la integridad de la formulación de la mejor manera posible.

La selección por la vista es superficial, dura poco, está vacía. Es para apps de ligoteo y relaciones esporádicas. No son esos los caminos que le vienen mejor a nuestra profesión y no veo por qué deberíamos aceptarlos.

Propuestas para un Diseño Normal

Propuestas Para un Diseño "Normal", de Marcos Dopico, es un librito pequeño pero bien escrito; una reflexión interesante sobre los productos bien proyectados, sin afan de carga simbólica, sin evocaciones ni interés del diseñador en que su figura vaya adjunta a la obra.

El libro cuenta muy bien el marco actual de este tipo de diseño, explica corrientes, momentos, personas y resultados. Si te interesa entender mejor la relación entre modernidad y posmodernidad en el diseño, las motivaciones que llevan a un trabajo a cargarse de simbolismo o lo que supone que una pieza de diseño sea invisible y demasiado "normal", seguro que te interesa leerlo. 

Hacía exactamente cinco años que tenía pendiente de lectura  Por fin lo terminé este fin de semana pasado, en un viajecito tranquilo que he hecho a San Sebastián con Sandra, entre paseos, comida y el mar.

De la Casa Blanca a Vostok

El viernes pasado tuvimos una visita especial en clase. Hablamos de la campaña de Obama y de su primera web como presidente, del trabajo de Blue State Digital. De la forma de entender la relación entre diseño, estructura y contenido de Andrew Hearst, Content Strategist para whitehouse.gov en la primera etapa de Obama.

Un tipo interesante

Un tipo interesante

Andrew nos describió la transición a toda velocidad que tuvieron que hacer desde la vieja web de Bush, mucho más institucional. Nos habló de equipos de emergencia, nos contó y nos enseñó documentación del proyecto, los principios que habían seguido y hasta los mockups de la web que no salieron adelante. ¡Qué privilegio! 

Fue muy interesante entender cómo se produce la transición de un equipo y una filosofía de diseño y comunicación a otra: de una imagen institucional y conservadora a otra más dinámica, más visual y con un énfasis mucho más fuerte en los mensajes. Y todo eso aplicado a una de las webs más importantes del mundo y sobre la que todos los ojos estaban puestos.

Hearst tiene experiencia muy amplia en proyectos de fundraising para causas humanitarias o de cambio positivo, algo muy habitual entre la cartera de clientes de Blue State Digital. Nos contó y nos enseñó mucho acerca de cómo trabajan para diseñar las campañas y maximizar los resultados.

Por último, dado que en su última etapa trabaja como freelance, Andrew Hearst nos habló de las diferencias de una y otra forma de hacer, de su visión personal de cómo afrontar proyectos y del tipo de trabajos que prefería hacer. 

Su clase fue natural y transparente, sin mucho guión ni artificio, amena. El resultado: sentir que estuvimos de espectadores en esos procesos y poder anticiparlos cuando estemos en proyectos similares.


Dos millones de looks

¿Cómo lograr que dos millones de looks te ayuden a saber qué ponerte, a sacar más partido de tu ropero? Ese ha sido el reto que hemos manejado diseñando la app que Chicisimo ha lanzado hoy para iPhone.

Para nosotros Chicisimo es uno de esos clientes que te aprieta las tuercas, que hace que te exprimas la cabeza para entender mejor los problemas. Conocen a sus usuarias mejor que nadie, algo que admiro muchísimo y son expertos en entender no sólo lo obvio sino los micro-asuntos, los pequeños puntos de fricción, las motivaciones poco evidentes... Llevamos meses trabajando con ellos y en muchas ocasiones hemos tenido que salir de nuestra zona de confort de diseñadores para explorar patrones e ideas que no habíamos aplicado antes. A mi esos son los clientes que me gustan: los que te aprietan mucho en la fase de concepto y después confían mucho en tu ejecución.

Sonrío cuando pienso en las reuniones con Chicisimo, muchas a tres bandas, donde del lado de Gabriel y María nos llegaban los problemas que resolver, los retos. Y del lado de David, Pedro, Miguel o Juantxo, tras proponer Hugo o yo una solución, escuchábamos el "claro, se puede hacer" con esa confianza que transmiten los técnicos de mucho nivel.

La app de Chicisimo es muchas cosas, pero sobre todo es un instrumento lo más eficaz posible para encontrar lo que buscas cuando no sabes bien lo que buscas. Qué gusto poder trabajar con clientes y productos como estos. 

 

 

Si no quieres probar la app pero te apetece curiosearla, puedes ver imágenes aquí.

Una clase de diseño de interacción

Para quienes se preguntan cómo es una clase tipo del Programa Vostok, aquí va un resumen de lo que fue la de este viernes, variada pero enmarcada dentro del tema que nos ocupa estos días: el diseño y visualización de información.

La clase, que duró de 16h a 20h, fue así:

Comentamos las lecturas que los alumnos se habían llevado el día anterior. Sirvieron para darles un punto de partida histórico y conceptual en el diseño del s.XX.

Tres alumnos presentaron sus ejercicios de la semana anterior, pues no nos dio tiempo el viernes pasado. Uno de los ejercicios nos llevó a hablar de proyecciones cartográficas y de cómo la de Mercator no era ni la única ni la más precisa.

Revisamos algunos ejemplos de webs que usan sonido de forma sintética. También repasamos la historia, propósito y uso de los pictogramas como forma de comunicación (De Neurath a Aicher a los Emoji) y le dimos contexto hablando de los movimientos internacionalistas y universalistas del cambio de siglo pasado.

Vimos un video donde el movimiento servía de catalizador entre informacion analítica y sintética, con efectos potentísimos.

Uno de los alumnos resumió y presentó el trabajo de diseño de los Juegos Olímpicos de Munich 72 al resto: destacó las ideas que lo hacen único y mostró mucho material gráfico que nos ayudó a imaginar su complejidad. Hubo premio por el esfuerzo al servicio del grupo.

Tras el descanso expuse el concepto fuerte del día: la relación y diferenciación entre representación analógica y representación digital de la información. Hablamos de algunos ejemplos y planteamos tres ejercicios pequeños de diseño para Apple Watch: display pequeño, intervalo de tiempo breve… El objetivo: saber qué información dar y en qué formato, aplicando todo lo aprendido en las dos últimas clases.

Entregué las lecturas para la semana que viene: un capítulo de un cómic en el que se explica la dualidad concreto vs abstracto. Me apuesto algo a que les va a fascinar.

La semana que viene tendremos profesor invitado: alguien que de verdad trabaja, piensa y exprime big data todos los días. Nos hablará de cómo lo piensan, cómo lo cocinan y nos planteará cómo se sirven del diseño para poder trabajar esos ingredientes. 

 

El Programa Vostok es el curso de diseño de interacción que imparto desde hace siete años. Fue el primero en español y aunque cada año aumentan las solicitudes, forma a un grupo muy reducido y bien seleccionado de personas. Estos son los ocho alumnos de este año

Intuitive and beautifully designed

Ducksboard realized early how valuable it is for a business to have all of their data in one place and they created a real-time platform that is robust, intuitive and beautifully designed,” said Lew Cirne, CEO and founder of New Relic.

Lew Cirne, CEO de New Relic

Hoy se ha hecho pública la compra de Ducksboard por parte de New Relic. Comprended lo feliz que estoy como diseñador y como socio de Ducksboard a través de Vostok Studio. 

Empecé a trabajar con el equipo fundador, los maravillosos Diego Mariño, Aitor Guevara y Jan Urbánski, cuando el proyecto eran dos o tres slides y algunos garabatos en una servilleta. He trabajado con pocos equipos tan competentes y a la vez con tanta confianza en nuestros principios de diseño. 

Prometo más adelante escribir sobre la filosofía de diseño que aplicamos desde el principio y de la que nos sentimos tan seguros. Ahora prefiero celebrarlo brindando por el equipo fundador.

 

Por qué no enseño a distancia

Muchas veces me han preguntado por qué no doy clase a distancia,  por qué dejé de enseñar en el IE Business School o en la UPF, por qué rechacé ofertas para participar en másters online.

Hoy me he topado con una entrevista a Steve Jobs en la que hablaba de su visión de la educación. Para Jobs, el elemento más importante del aprendizaje era un guía que estimulase al que aprende:

“Another person that incites your curiosity, that guides your curiosity, that feeds your curiosity, and machines cannot do that in the same way as people can.”

Ni las máquinas pueden ni las personas podemos a distancia con el mismo efecto que en persona. Cuando enseño, quiero poder interactuar con mis alumnos en tiempo real, quiero que podamos explorar situaciones, objetos, conceptos. Que podamos entrar en una formulación para una app y desde ella saltar a una idea tomada de una lámpara del estudio, que todos la veamos y discutamos sobre si es o no buena. Que la dibujemos y la modifiquemos sobre la marcha, que veamos el efecto de ir en una dirección u otra.

Hacer algo así en tiempo real y a distancia todavía no es posible. 

Cuando Google presentó Classrom for Education acudí con ilusión y ganas de probarlo. Me decepcionó al instante. No es muy diferente de todas las herramientas de eLearning que he usado hasta ahora: documentos. El profesor manda documentos a los alumnos, los alumnos demuestran que lo han procesado mandando documentos al profesor.  

Las herramientas actuales no dan sincronía, no facilitan el diálogo, el de verdad. El de ver una cara de duda en un alumno, o de escepticismo, y saber que tienes que dar otro ejemplo para que el concepto que estás contando se entienda mejor. Ni siquiera la videoconferencia vale para eso, porque está limitada a una ventana y yo necesito 360 grados con los alumnos. ¿Cómo sino iba a poder pintar algo en la pizarra mientras hablo de espaldas a ellos, cómo iba a poder pasarles un objeto para que lo tocasen o cómo iba a sacar uno una app y hacernos una demo improvisada? 
 

Una clase en el Programa Vostok IV, sobre diseño para niños, con Karina Ibarra.

Una clase en el Programa Vostok IV, sobre diseño para niños, con Karina Ibarra.

La educación a distancia en diseño está muy limitada. Ofrecerla, especialmente a los precios que se ofrece hoy, sólo tiene sentido si el objetivo es el negocio sin más. Y si el objetivo del alumno es obtener una acreditación, sin más. En ese intercambio no hay guía ni curiosidad ni aprendizaje.

Por eso no me interesa.

 

PS: Bobby George ha publicado un artículo magnífico sobre el papel de la tecnología en la enseñanza, usando la entrevista a Jobs como hilo conductor. Se titula Playing with Gravity. Si te interesan estos temas no puedes dejarlo pasar.