Tres satisfacciones

La radioafición, tal y como la practico, tiene tres momentos muy especiales que ocurren consecutivamente:

El primero se da cuando escucho la llamada de una estación de radio remota respecto a mi ubicación: Jordania, Zimbabwe o Islas Malvinas. Para que ocurra han confluido varios factores de forma muy efímera y hay que aprovecharlo. En esos momentos siento excitación ¿Seré capaz de contactar con esa persona?

La segunda satisfacción ocurre cuando logro hacerlo. Respondo a la llamada con mi indicativo y si mi señal se recibe bien, iniciamos un intercambio. A menudo la emoción hace que me cueste seguir el protocolo de conversación. Estoy trasladando mi voz hasta la otra punta del globo, sin intermediarios, con la energía de una bombilla y un alambre. El logro técnico es asombroso y me embriaga cada vez que ocurre. Me da igual que me lo expliquen cien veces, para mí sigue siendo magia.

Horas después, ya frente al ordenador, indago acerca de ese lugar remoto. ¿En qué aldea vive esa persona? ¿Dónde hace la compra? ¿Qué clase de bares hay allí? ¿Cómo son las calles? ¿A qué se dedican, de qué viven? ¿Cómo serán sus sábados por la tarde o sus lunes por la mañana? esa es la tercera satisfacción. Google Maps y Youtube me trasladan a lugares en los que muy probablemente nunca vaya a estar, pero donde tengo a un cómplice que, quizás sin saberlo, me ha abierto una ventanita a su mundo.

Cada una de esas lineas es un portal que va desde mi equipo de radio a otro lugar del mundo. Su apertura es esporádica, pero una vez que las he registrado, nunca terminan de cerrarse.