Tres satisfacciones

La radioafición, tal y como la practico, tiene tres momentos muy especiales que ocurren consecutivamente:

El primero se da cuando escucho la llamada de una estación de radio remota respecto a mi ubicación: Jordania, Zimbabwe o Islas Malvinas. Para que ocurra han confluido varios factores de forma muy efímera y hay que aprovecharlo. En esos momentos siento excitación ¿Seré capaz de contactar con esa persona?

La segunda satisfacción ocurre cuando logro hacerlo. Respondo a la llamada con mi indicativo y si mi señal se recibe bien, iniciamos un intercambio. A menudo la emoción hace que me cueste seguir el protocolo de conversación. Estoy trasladando mi voz hasta la otra punta del globo, sin intermediarios, con la energía de una bombilla y un alambre. El logro técnico es asombroso y me embriaga cada vez que ocurre. Me da igual que me lo expliquen cien veces, para mí sigue siendo magia.

Horas después, ya frente al ordenador, indago acerca de ese lugar remoto. ¿En qué aldea vive esa persona? ¿Dónde hace la compra? ¿Qué clase de bares hay allí? ¿Cómo son las calles? ¿A qué se dedican, de qué viven? ¿Cómo serán sus sábados por la tarde o sus lunes por la mañana? esa es la tercera satisfacción. Google Maps y Youtube me trasladan a lugares en los que muy probablemente nunca vaya a estar, pero donde tengo a un cómplice que, quizás sin saberlo, me ha abierto una ventanita a su mundo.

Cada una de esas lineas es un portal que va desde mi equipo de radio a otro lugar del mundo. Su apertura es esporádica, pero una vez que las he registrado, nunca terminan de cerrarse.

Tormenta inminente

Acaban de producirse dos erupciones solares importantes, casi simultáneas. Se espera que las subsiguientes tormentas solares alcancen la tierra esta noche. La doctora Tamitha Skov lo ha descrito de una forma muy evocadora:

Una ráfaga de ametralladora solar que terminará en dos puñetazos de nivel 1,2 a la Tierra.

Al escuchárselo a la Dra. Skov, lo primero que he pensado es que menudo dominio de la retórica y el verbo. Lo que un científico cualquiera te cuenta con datos aburridos, ella lo vuelve evocador y fácilmente imaginable. Ahí está la grandeza divulgadora de esta profesional: consigue contar la radiación electromagnética, que es invisible e imperceptible por nuestro cuerpo, como ráfagas que terminan en dos puñetazos ¡Pum, pum!, algo que sí vemos y podemos sentir. 

Aquí la doctora Skov dando el parte meteorológico espacial.

Da lo mismo que tengamos que describir los efectos de la próxima erupción solar, redactar una carta al rey de Marruecos o explicar el valor de una propuesta; a menudo —y más en unas profesiones que otras— trabajamos con conceptos, ideas y números cuyo valor nos cuesta trasladar porque son intangibles: ni se ven ni se sienten. Por eso, precisamente, creamos el Programa de Diseño Verbal de Iván Leal que empieza pronto. Saber contar, elegir y combinar las palabras, explicar, emocionar, legitimar…

La retórica de Aristóteles ¿recuerdas? No sólo es necesario para nuestras profesiones, sino que es diferenciador. Para mi lo ha sido y cada vez lo tengo más claro: la herramienta más poderosa de alguien que quiere que pasen cosas es el bloc de notas. No sólo para modelar el discurso hacia otros, sino para modelar el pensamiento hacia uno mismo.

Pero volvamos a la tormenta solar y a los puñetazos de radiación. Según la NASA, llegarán entre las once de la noche y las 4-5 de la madrugada.

¡Pum, pum!

Los efectos previstos son variados y siempre entretenidos: alta probabilidad de auroras boreales en las latitudes norte y sur y algo menor, pero también notable, en las medias. Si vives en una zona con buena vista del horizonte, quizás te compense levantarte mañana antes de que amanezca. 

La tormenta afectará especialmente a los satélites, por lo que se esperan interrupciones de las señales de GPS en ciertos momentos del día. Además, las comunicaciones de radio se alterarán mucho. Las frecuencias más altas (UHF y VHF) pueden sufrir apagones temporales y en onda corta, que es donde está la diversión, la propagación tendrá patrones inesperados. En otras palabras, las ondas de radio andarán como borrachas:unas de subidón, otras de bajón y otras haciendo cosas raras. ¿No es maravilloso?

A estas alturas ya lo habrás pensado: no cabe ninguna duda de que si una tormenta solar afecta a las radiocomunicaciones, es más que seguro que también lo haga a las personas ¿verdad? Yo también lo creo.

“Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Y habrá terror y grandes señales del cielo”
Lucas 21:11

Me debato entre irme al refugio, encender el fuego y la emisora o quedarme en la ciudad expectante.

¡Pum, pum!

Las bandas estaban abiertas

Hay momentos en los que las ondas de radio viajan mucho más lejos y de formas libres y caprichosas. Se sabe que influye la radiación solar, lo cargada que esté la ionosfera y hasta las condiciones meteorológicas, pero no deja de tener cierto misterio.

Hoy era uno de esos días y he podido hablar con Sergei (R3XE), que vive al norte de Moscú, emitiendo los dos con menos potencia que la que consume una bombilla.

En argot de radioaficionado, hoy las bandas estaban abiertas.

Predecimos las condiciones de propagación de forma parecida a como se predecía el tiempo hace cien años: de forma tosca, poco acertada y aceptando con naturalidad el misterio en lo que se nos escapa.

La serendipia llega al punto de que hay bandas (tramos del espectro) que cuando se “abren” pueden dejar entrar ciertas ondas en un lugar del globo y soltarlas en otro, sin que se las reciba por el camino, como si entrasen por un portal a otra dimensión y fueran expulsadas por otro de vuelta. Para que lo visualices: alguien emite un mensaje desde Morata de Tajuña y otra persona lo recibe en Wakanui, Nueva Zelanda. Siete minutos después, esa banda se cierra y la comunicación vuelve a ser imposible. Nadie sabe cuando volverá a abrirse o qué lugares comunicará la siguente vez.

Los radioaficionados son, por lo general, de mente técnica. No es mi caso. Siendo un ignorante de lo físico y lo eléctrico, prefiero disfrutar del misterio, de esa belleza fortuita que imagino como rompimientos de gloria en lo radioeléctrico. Me decanto por ver en ello la mano de Dios.

Dicen que los ciclos solares son de once años y que acaba de terminar uno muy malo, que el que empieza promete ser bueno y tendremos más momentos así. 

Quién sabe, quizás se abran también las bandas del diseño, que lleva demasiado tiempo pendiente de las mismas ideas y mirando a los mismos lugares. Y quizás, cuando ocurra, sepamos tejer más conexiones con otras ideas, momentos y lugares.

Frecuencias mediterráneas

Tenía catorce años y mis padres me habían mandado a un internado franciscano, uno con claustro gótico y habitaciones austeras, sin posibilidad de posters en las paredes y con apagado de luces a las diez de la noche. Alejado de mi casa, de mis amigos y a oscuras, las noches se me hacían eternas. Un transistor de 500 pesetas me salvó la vida.

Desde entonces no concibo la soledad sin el sonido de una radio. Podría enumerar todos y cada uno de los momentos en que más solo he estado, por imposición o deseo, junto al aparato de radio y el tipo de emisión que me ha acompañado. Las voces me mantienen conectado con la sociedad como un cordón umbilical, como la línea de vida de un espeleólogo que se adentrase en la oscuridad de una cueva. Hay algo placentero ahí que me cuesta describir.

Hace unos días, volvíamos de pasar parte de la Navidad en Mallorca, en familia, y en mitad del trayecto de ferry me salí un rato a cubierta y probé a sintonizar la onda corta con un pequeño receptor. 

Las conversaciones de radioaficionados de todo el continente (llegué a escuchar hasta de Lituania) y las emisoras remotas brotaban como flores en primavera. En mitad del mar, sin cobertura de móvil, sintiéndome alejado del mundo pero notándolo vivo.

Me he venido unos días al refugio a ordenar ideas. Enfoques.net, nuestra plataforma de cursos en video, ha empezado a rodar con fuerza y se hace oportuno ampliar el capital del Instituto Tramontana a algunas personas que quieren invertir. Decidir los pasos y saber explicarlos es de lo más importante que haré en 2022. Más me vale tenerlo bien meditado. 

El refugio me da ese tipo de momentos de aislamiento radiofónico, más desde que me saqué la licencia de radioaficionado y disfruto de la sensación de poder estar donde nadie me ve ni me oye, en una aldea cuasi-abandonada, pero pudiendo hablar con alguien que está en otro continente. Las ondas salen de la antena y rebotan en tierra, mar y cielo hasta llegar a un desconocido que contesta, intercambia algo de conversación y me desea feliz Navidad antes de cerrar con un “73”, que es la manera de despedirse cordialmente entre radioaficionados.

Otro placer solitario que alterno con el anterior es escuchar Voice of Greece al atardecer. Hoy más, pues las voces mediterráneas me recordaban los cantos del campo de mi tierra. Me refiero a esto:

No podemos evitarlo, el Mediterráneo es uno y único. Su manera de sentir el deber, el placer y el dolor suena en una frecuencia que llevamos sintonizada por defecto. Intuyo cerca el día en que convertiremos eso en un impulso y un motivo para crear conforme a sus (nuestros) propios códigos.